Tenía pendiente este posteo desde mi regreso de las vacaciones. Por lo general leo más sobre crecimiento personal o espiritualidad durante las vacaciones, porque siento que es el momento donde se puede poner freno a todo lo demás.
Esta vez le tocó a “En defensa de la felicidad“, de Matthieu Ricard, un francés que se hizo monje tibetano y trata de proveer y traducir herramientas y métodos del budismo para el mundo occidental. Por mi evidente sesgo personal, rescaté ésta foto de su conferencia:
Conocí a Matthieu por el evento Happiness: Primer Encuentro de Felicidad, de mi amiga y productora cultural Ale Cordes. La foto está fuera de foco, pero me recuerda un buen momento, así que va como salió.
Me llamó la atención cuando Matthieu dijo algo así como que los medios de comunicación amplifican las malas noticias porque en general son la excepción. De todo lo que pasa en el mundo, las malas noticias son menos pero se las hace resonar más fuerte.
Así que una parte grande de la sensación de malestar viene por el consumo de malas noticias, que te hacen creer que el mundo está tan pero tan mal, que no vale la pena hacer nada. Como que ya estamos perdidos. Claramente eso no sólo nos quita el poder de recrear la realidad sino que nos entristece, porque es demasiado difícil ser feliz cuando uno siente que está rodeado de infelicidad de los demás.
Relacionado a todo esto, hace un tiempo vi un video que habla sobre cómo el liderazgo positivo genera el clima para que la gente sea más empática, altruista y solidaria, mientras que el liderazgo negativo genera incertidumbre y estimula los comportamientos egoístas, oportunistas y… traicioneros.
Todo esto para decir que la Paz Mundial nace de la suma de paces interiores de toda la tierra. De las paces de todas las especies. Porque estamos verdaderamente interconectados entre todos.
Así como la política de la mano de los medios de comunicación amplifican las malas noticias y crean contextos donde el egoísmo tiene más cabida, y nos hacen sentir que nuestras acciones no valen la pena, nosotros, cada uno, podemos ser medios de contagio y viralización de la paz.
Empezando por la propia paz interior, y amplificándola, y usándola para meterle pilas a esas cosas mínimas que parece que no significan nada, porque todo buen acto también puede entrar en una bola de nieve positiva.
Creo que resoné con el mensaje de Matthieu porque habla sobre lo mismo que me dijo mi mamá cuando le pregunté por el sentido de la vida. Mi mamá me dijo que el sentido de la vida era ayudar a los demás. Matthieu habla de que la felicidad interior viene de la compasión y el amor altruista, que es básicamente hacer el bien sin mirar a quien.
El egoísmo nos hace concentrarnos sobre nosotros mismos y nos hace perder la conexión con los demás, que es lo que nos da la verdadera felicidad. Nos produce angustia, y la angustia produce enojo, y el enojo es una emoción que nos apresa y nos hace reaccionar mal y apartar cada vez más a los que nos rodean; o nos hace mirar con ojos cínicos los intentos de los demás de hacer algo bueno.
La buena noticia es que el enojo tiene cura. La cura es la compasión.
Esta reflexión surgió de un comentario que alguien me escribió con mucho enojo y palabras muy feas a un posteo anterior. Podés verlo acá, si tenés ganas de ver cómo se ve el enojo, desde afuera, como en un museo. Te aviso que reemplacé algunas vocales por asteriscos para suavizarlo, porque es medio fuerte!
Me agarró en un momento muy zen y de mucha conexión conmigo misma, y pude ver que no me resbalaba, sino que me causaba una extrema pena por esa persona. Me decía, en un tono bastante grosero e irrespetuoso, que cómo me dedicaba a los perros con toda la gente que muere de hambre. La forma en que me escribió me garantiza que esa persona está bastante angustiada. Tal vez porque la sobrepasan los pensamientos de que todo está mal.
Desde la mirada de Ricard podría pensar que no hace mucho por los demás, porque si lo hiciera, valoraría los intentos de otros, positivamente, y desde ya no se dirigiría a otro de forma irrespetuosa.
Que si tuviera una mirada constructiva, me preguntaría respetuosamente por mis motivos, y yo le explicaría que mi dedicación a los animales no excluye a las personas humanas. Que para mí los humanos y los animales valen lo mismo, y por eso digo que somos hermanos y que todos merecemos paz y felicidad.
Me di cuenta de que nos hablan de poner la otra mejilla, pero que no ahondamos mucho en eso en la educación. Que más bien, nos enseñan a marcar nuestro “territorio” con una firmeza bastante violenta, en lugar de ponernos en el lugar del otro y entender que para terminar con ese ciclo de violencia hay que hacer un tremendo esfuerzo de amor y compasión.
Aportamos a la Paz Mundial con lo que hacemos todos los días, con nuestros pequeños gestos, con nuestra calma, con la buena onda, con la creatividad, sobre todo al servicio de los que nos rodean, sean conocidos o completos desconocidos, sean de la especie animal que sean. Aportamos aunque haya un contexto de guerra, refugiados, hambre. Siempre podemos aportar algo.
No importa el comentario de esta persona. Sólo fue el disparador de esta reflexión, pero la tomo como el ejemplo de enojo que necesitamos curar como sociedad. Le deseo a esa persona y a los que padecen ese mismo mal, que se conecten consigo mismas y con sus propósitos. Que se conecten con su entorno y puedan encontrar algo constructivo para hacer, que les de paz interior y que la puedan contagiar. Que al mirar alrededor puedan ver lo bueno, y sumarse a eso, desde el lugar que sea.
También le agradezco a esa persona por haberme puesto en ésta situación, por haberme hecho reflexionar, por haberme ayudado a poner a prueba los aprendizajes del libro y por ayudarme a redoblar mis deseos de amplificar la paz desde mis acciones. La serenidad del mundo empieza con la serenidad de cada uno hacia los demás. A veces es más difícil, sobre todo cuando uno atraviesa un momento duro. Para eso, rescaté tres palabras, casi como un mantra (tengo algo con el número 3):
FORTALEZA * ESPERANZA * COMPASIÓN
No dejo de sorprenderme. Siempre todo se conecta al final.
Mientras buscaba el link a la página de Matthieu para que puedan entrar desde este posteo, me encontré con una nota sobre otro de sus libros, que me llenó de felicidad:
incluso aunque sean animales humanos angustiados y enojados que se la agarran con los demás 😉
#alegria y #masamoranimal (y humano)
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