Ayer estuve en el evento de Estilo Naná, el primer y único blog de crítica de golosinas de Argentina, en el Club Cultural Matienzo.
Llegué por Maga, nutricionista y amiga de la creadora, porque no lo conocía. La foto principal es de los stickers de golosinas ilustradas que había exhibidos en una muestra, y me pasaron la bolsa para que pueda encontrar al de la Rhodesia, que es la reina de este posteo.
El evento, aparte de estar lleno de golosinas de sponsors, tenía varias actividades muy divertidas entre ellas Jenga de turrones, muestra de golosinas sin packaging hechas en cerámica por la creadora del Blog, Competencia de Chicle Globo, Congreso sobre las golosinas en la sociedad, música, intervención de pizzas y votación con cuarto oscuro y urna de varias marcas.
Puntualmente me pareció muy divertido el Congreso, donde se habló de:
- Los personajes en los packaging de golosinas
- El rol del kiosco en la sociedad, en torno a la frustración de no poder tenerlo todo y en analogía con la Argentina como el granero del mundo.
- La necesidad de mitigar el cambio climático para que no se extinga el chocolate.
- La nueva corriente del azúcar como droga.
Al final había un espacio para preguntas y comentarios, en el cual participé con una anécdota desinformada sobre la Tita y la Rhodesia como resultados de un amor dulce/amargo del señor Rhodesia (lea aquí), lo cual dió como resultado un análisis de la grieta argentina que se ve reflejada también entre los amantes de la Tita o la Rhodesia. En ese momento aproveché para comentar que la Rhodesia es vegana!
Por qué aproveché? Porque hay que decirlo! Si bien me gustaban todas las golosinas, hoy sólo elijo comida libre de crueldad. Por ahora, que yo sepa, salvo las golosinas artesanales de las dietéticas, las golosinas veganas son:
- La Rhodesia (y la Tita no)
- El bonobón Águila (el rosa)
- El chocolate Águila Original
- Las barritas de cereal Pleny (las que aclaran con la V con hojita verde y dicen Apto Vegano).
Si hay otras, no me consta! La verdad es que con esto me alcanza para las urgencias dulces de las que por suerte cada vez tengo menos.
Pasarme al bando de las pasas de uva, lo dátiles, los postres veganos artesanales, los alfajores veganos increíbles de Sablëe, sus tortas, o los chocolates de Corazón que Late quiere Chocolate, y ocasionalmente algún chocolate con leche de almendras importado, hizo que las cosas que me gustaban antes me parezcan demasiado dulces ahora.
Antes de pasarme al veganismo, mi mayor miedo no era dejar de comer queso o huevo, sino golosinas, dulces, tortas en los cumpleaños. Y la verdad es que estoy muy sorprendida porque se me pasó! Ya cada vez tengo menos urgencias y mi tolerancia a lo muy dulce bajó. Eso es una gran noticia.
Dicho esto, el evento de Naná estuvo muy copado y también aproveché para pedirle que considere a los veganos en sus reseñas! Varios lo van a apreciar de corazón.
Ah, y aparentemente sembré la discordia cuando pasé el aviso parroquial de que a pesar de que las Oreo son veganas, una dosis mayor a 3 es tóxica (por eso en las publicidades nunca aparecen más de tres juntas). Un par dijeron que se mataban a Oreo en la niñez, a lo cual les diría que se pongan contentos! Son sobrevivientes, y eso es para festejar 🙂 Aparte de eso, tienen aceite de palma, y si querés saber por qué esto es una mala noticia, entrá acá: http://www.aceitedepalma.org/problematica.
En fin. A lo que voy es que HAY QUE HABLAR. La demanda de productos con crueldad en su cadena de valor se mantiene viva si compramos sin demandar opciones mejores, alineadas con el mundo que soñamos. Nunca es en vano reclamar lo justo. Tal vez otro está escuchando y se contagia, y reclama, y otro lo escucha, y así. Somos una cadena enlazada de voluntades y es mentira que una sola persona no puede cambiar el mundo. Lo estamos cambiando todo el tiempo, en pequeñas medidas, con cada cosa que hacemos o dejamos de hacer.
He dicho.