El lugar de la tierra donde nacemos determina la forma en la que vemos y nos relacionamos con la tierra. De la relación específica con la geografía, las plantas y animales de un lugar nace una cosmovisión del mundo y el funcionamiento de la vida; tradiciones, ritos y cultura.
A mi modo de verlo, el comportamiento de cada ser vivo -no solo los humanos- el instinto, tal vez también puede verse de alguna manera como cultura, muy arraigada.
Creo que la cultura, la forma de actuar en relación a la tierra, la visión que nos formamos de ella también es una forma de biodiversidad. No es sólo el aspecto biológico, sino también el que hace a nuestra forma de actuar.
Todos los seres -humanos y no humanos- somos una manifestación única de nuestra especie y de nuestra cultura. Un evento único e irrepetible del universo.
Cuando dañamos a alguien -a un ser de cualquier especie- estamos dañando algo irrecuperable.
Lo mismo cuando no le permitimos el desarrollo de su potencial; de vivir su propia vida siguiendo esa vocecita interior muy bajita que nos conduce a todos a nuestra esencia y a dejar algo único para los demás.
Cuando digo “nuestros hermanos animales” me refiero a algo así: a la idea de que son nuestros semejantes.
A qué de ninguna manera son inferiores. No hay superiores o inferiores en la trama de lo vivo. Tienen el intelecto del animal humano? No.
Pero su inteligencia es lo que llamamos sabiduría y, paradójicamente, es todo lo que pretendemos lograr: vivir en el presente, disfrutar de la vida al aire libre, conectar con la naturaleza, necesitar menos cosas, habitar los ecosistemas de forma armónica, sin dañarlos. Ser menos ególatras… Cómo nos cuesta esa…
Por eso creamos la lámina “La riqueza está en la diversidad”
Tenemos mucho para aprender de nuestros hermanos animales no humanos. Empecemos por aprender a defenderlos, porque incluso ESO (si somos ególatras y mezquinos) es TAMBIÉN un acto de auto-preservación.
Gracias @vvale.montero por ayudar a Fauna a ilustrar ideas con tanto amor 💕